7:00 am del día 3 de mayo, ya huele a flores, serpentinas, dulce poder del aventurero que como yo, se lanza a disfrutar la diversidad del desfile inaugural de las Romerías de Mayo desde bien temprano.
Sin más compañía que una cámara donada por mi profesor de la Universidad, salí con el cometido de documentar, en imágenes, el primer día de Romerías, las primeras a las que asistía, las primeras en las que podría palpar el tan mencionado espíritu holguinero, de unidad, pasión y sobre todo, mucha cultura.
Lo primero que advertí fue el movimiento multitudinario de niños en las calles, llevados del brazo incluso por padres no menos entusiastas, algunos de ellos recibirían el calor de sus primeras Romerías al igual que yo, cambiando solo la diferencia de edad bastante marcada, pero sin dejar de sentirme como chiquilla a cada minuto, con cada baile, disfraz de antaño o respiración agitada de estudiantes por la expectación.
Arranca el desfile desde el Estadio «Mayor General Calixto García». La conga holguinera marca el paso de la marcha, pies juntos, consignas frescas y juveniles invaden el espacio, es como apreciar La consagración de la primavera en su máximo esplendor.
Esta vez la lluvia bendice el aire con el rocío de la noche anterior, pero se comporta. Tal vez las nubes decidieron ceder paso al sol para iluminar los carteles, esos, dispuestos estratégicamente para representar a cada uno de los colectivos artísticos que se presentan a lo largo del festival.
Llegamos a la esquina que divide las calles Martí y Libertad. Más personas nos esperaban para seguir el paso hasta el museo provincial “La Periquera», ya se cocinaba la verdadera fiesta, esa que gritaba por todos lados: ¡aquí estoy!
Desde El Teatro Lírico hasta La colmenita, todos pasearon alrededor del Parque «Calixto García», abriendo el paso a banderolas y vítores, atrayendo miradas inquietas.